“Si la tarea de la pintura fuese ponernos ante los ojos el aire y la preciosa vastedad del espacio y de todo lo demás, más valdría ir a disfrutar directa y gratuitamente de todo ello”(Ernst Bloch)

sábado, 30 de marzo de 2013

Gaza, bajo ataque


Gaza, bajo ataque 
 Noam Chomsky 

Un anciano en Gaza sostenía una pancarta que decía: "Me quitan mi agua, queman mis olivos, destruyen mi casa, me quitan mi empleo, roban mis tierras, encarcelan a mi padre, matan a mi madre, bombardean mi país, nos matan de hambre, nos humillan, pero yo tengo la culpa: disparo un cohete en respuesta". El mensaje del anciano ofrece el contexto adecuado para el más reciente episodio en el feroz castigo a Gaza. Los crímenes se remontan a 1948, cuando cientos de miles de palestinos huyeron de sus casas aterrorizados o fueron expulsados a Gaza por las conquistadoras fuerzas israelíes, que continuaron llevando palestinos en camiones a la frontera durante años tras el cese al fuego oficial. El castigo adoptó nuevas formas cuando Israel conquistó Gaza en 1967. Por la reciente publicaciones académicas israelíes (principalmente La novia y la dote: Israel, Jordania y los palestinos tras la guerra de junio de 1967, de Avi Raz) nos enteramos que el objetivo del gobierno era desplazar a los refugiados hacia la península del Sinaí y, de ser posible, al resto de la población también. Las expulsiones desde Gaza fueron llevadas a cabo bajo las órdenes directas del general Yeshayahu Gavish, comandante del Comando Sur de las Fuerzas de Defensa de Israel.

Las expulsiones desde Cisjordania fueron mucho más extremas e Israel recurrió a medios tortuosos para evitar el regreso de los expulsados, en violación directa de las órdenes del Consejo de Seguridad de la ONU. Las razones quedaron en claro en discusiones internas inmediatamente después de la guerra. Golda Meir, posteriormente primera ministra, informó a sus colegas del Partido Laborista que Israel conservaría la franja de Gaza mientras "se libre de sus árabes". El ministro de Defensa Moshe Dayan y otros estuvieron de acuerdo. El primer ministro Levi Eshkol explicó que a los expulsados no se les podía permitir regresar, porque "no podemos aumentar la población árabe en Israel", refiriéndose a los territorios recién ocupados, ya considerados parte de Israel. De acuerdo con esta concepción, todos los mapas de Israel fueron cambiados, eliminando la Línea Verde (las fronteras reconocidas internacionalmente); aunque la publicación de los mapas fue retrasada para permitir que Abba Eban, embajador israelí ante la ONU, consiguiera lo que él llamó un "estancamiento favorable" en la Asamblea General ocultando las intenciones de Israel. Los objetivos de la expulsión quizá sigan vivos hoy día, y podrían ser factor que contribuyera a la resistencia de Egipto a abrir la frontera al libre paso de personas y productos proscritos por el sitio israelí respaldado por Estados Unidos.

El actual aumento de la violencia estadounidense-israelí data de enero de 2006, cuando los palestinos votaron "de la manera equivocada" en la primera elección libre en el mundo árabe. Israel y Estados Unidos reaccionaron a la vez con un duro castigo contra los facinerosos y con preparativos para un golpe militar que derrocara al gobierno electo, el procedimiento de rutina. El castigo se intensificó radicalmente en 2007, cuando el intento de golpe fue sofocado y el electo gobierno de Hamas estableció control pleno sobre Gaza. Ignorando las ofertas inmediatas de Hamas para una tregua después de la elección de 2006, Israel lanzó ataques que causaron la muerte de 660 palestinos en 2006, la mayoría de los cuales eran civiles (un tercio eran menores de edad). Según reportes de la ONU, 2 mil 879 palestinos murieron por fuego israelí de abril de 2006 a julio de 2012, junto con varias docenas de israelíes que fallecieron por disparos desde Gaza.


Una breve tregua en 2008 fue cumplida por Hamas, hasta que Israel la rompió en noviembre. Ignorando ofertas de tregua adicionales, Israel lanzó la cruenta operación Plomo fundido en diciembre. Así han seguido las cosas, mientras Estados Unidos e Israel continúan rechazando los llamados de Hamas a una tregua a largo plazo y un acuerdo político para una solución de dos estados en concordancia con el consenso internacional que Estados Unidos ha bloqueado desde 1976 cuando Estados Unidos vetó una resolución del Consejo de Seguridad a ese respecto, presentada por los principales estados árabes. Esta semana Washington dedicó todos los esfuerzos posibles a bloquear una iniciativa palestina para mejorar su estatus en la ONU, pero fracasó en virtual aislamiento internacional como es común. Las razones fueron reveladoras: Palestina podría acercarse al Tribunal Penal Internacional para denunciar los crímenes de Israel respaldados por Estados Unidos.

Un elemento de la tortura incesante de Gaza es la "zona de amortiguamiento" de Israel dentro de Gaza, por la cual los palestinos tienen prohibido ingresar a casi la mitad de las limitadas tierras arables de Gaza. De enero de 2012 al lanzamiento del más reciente ataque asesino de Israel el 14 de noviembre, la operación Pilar de defensa, un israelí murió por disparos desde Gaza, mientras 78 palestinos fallecieron por disparos israelíes. La historia completa es naturalmente más compleja y fea. El primer acto de la operación Pilar de defensa fue asesinar a Ahmed Jabari. Aluf Benn, editor del periódico Haaretz, lo describe como el "subcontratista" y el "guardia fronterizo" de Israel en Gaza, quien aplicó una relativa calma ahí durante más de cinco años. El pretexto para el asesinato fue que durante estos cinco años Jabari había estado creando una fuerza militar de Hamas, con misiles procedentes de Irán. Una razón más creíble fue ofrecida por el activista de la paz israelí Gershon Baskin, quien había estado involucrado en negociaciones directas con Jabari durante años, incluyendo planes para la eventual liberación del soldado israelí capturado Gilad Shalit. Baskin reporta que horas antes de que fuera asesinado, Jabari "recibió el borrador de un acuerdo de tregua permanente con Israel, que incluía mecanismos para mantener el cese al fuego en caso de un altercado entre Israel y las facciones en la Franja de Gaza".

En ese entonces estaba en vigor una tregua convocada por Hamas el 12 de noviembre. Israel aparentemente aprovechó la tregua, informa Reuters, dirigiendo la atención hacia la frontera siria con la esperanza de que los líderes de Hamas relajaran su guardia y fuera más fácil el asesinato. A lo largo de estos años, Gaza ha sido mantenida en un nivel de mera supervivencia, encerrada por tierra, mar y aire. En vísperas del ataque más reciente, la ONU reportó que 40 por ciento de los medicamentos esenciales y más de la mitad de los artículos médicos primordiales estaban agotados. En noviembre, una de las primeras de una serie de fotos espantosas enviadas de Gaza mostraba a un médico sosteniendo el cuerpo achicharrado de un niño asesinado. Ésa tuvo resonancia personal. El médico es director y jefe de cirugía del hospital Khan Yunis, el cual yo había visitado unas semanas antes.

Al escribir sobre el viaje reporté su apasionado llamado de solicitud de medicamentos y equipo quirúrgico desesperadamente necesarios. Éstos están entre los crímenes del sitio estadounidense-israelí y de la complicidad egipcia. Las cifras de víctimas del episodio de noviembre fueron más o menos promedio: más de 160 palestinos muertos, incluidos muchos niños, y seis israelíes. Entre los fallecidos estuvieron tres periodistas. La justificación israelí oficial fue que "los blancos son personas que tienen relevancia en la actividad terrorista". Reportando la ejecución en The New York Times, el reportero David Carr observó que “se reduce a esto: matar a miembros de los medios noticiosos puede justificarse con una frase tan amorfa como ‘relevancia en la actividad terrorista’”. La destrucción masiva se concentró en Gaza. Israel usó equipo militar estadounidense avanzado y dependió del apoyo diplomático de ese país, incluidos los usuales esfuerzos de intervención de Estados Unidos para bloquear el llamado del Consejo de Seguridad a un cese el fuego. Con cada una de esas hazañas, la imagen mundial de Israel se erosiona. Las fotos y videos del terror y la devastación y el carácter del conflicto dejan pocas pizcas restantes de credibilidad al auto-declarado "ejercito más moral del mundo", al me nos entre las personas que tienen los ojos muy abiertos. Los pretextos para el ataque también fueron los usuales. Podemos dejar de lado las predecibles declaraciones de los perpetradores en Israel y Washington.

Pero incluso la gente decente se pregunta qué debería hacer Israel cuando es atacado por una andanada de misiles. Es una pregunta justa, y hay respuestas directas. Una sería cumplir la ley internacional, que permite el uso de la fuerza sin la autorización del Consejo de Seguridad en exactamente un caso: en defensa propia después de informar al Consejo de Seguridad de un ataque armado, hasta que el consejo actúe, de acuerdo con la Carta de la ONU, artículo 51. Israel está bien familiarizado con esa estipulación de la carta, la cual invocó en el estallido de la guerra de junio de 1967. Pero, por supuesto, el llamado de Israel no llegó a ninguna parte cuando se estableció rápidamente que Tel Aviv había lanzado el ataque. Israel no siguió este camino en noviembre, a sabiendas de lo que se revelaría en un debate en el Consejo de Seguridad. Otra respuesta sería aceptar una tregua, como parecía bastante posible antes de que se lanzara la operación el 14 de noviembre. Hay más respuestas de amplio alcance. Por coincidencia, una se discute en el número actual de la revista National Interest.

 Los expertos en Asia Raffaello Pantucci y Alexandros Petersen describen la reacción de China después del amotinamiento en la provincia occidental de Xinjiang, "en la cual multitudes de uigures marcharon por la ciudad matando a golpes a desafortunados (chinos)". El presidente chino Hu Jintao rápidamente voló a la provincia para hacerse cargo; destacados líderes del círculo de seguridad fueron despedidos, y se emprendió una amplia gama de proyectos de desarrollo para abordar las causas latentes de la intranquilidad.  En Gaza también es posible una reacción civilizada. Estados Unidos e Israel pudieran poner fin a la agresión inmisericorde e incesante, abrir las fronteras y ofrecer medios para la reconstrucción; y si fuera imaginable, indemnizaciones por décadas de violencia y represión. El acuerdo de cese el fuego declaraba que las medidas para implementar el fin del sitio y los ataques dirigidos a residentes en las áreas fronterizas "deben ser abordadas 24 horas después del inicio del cese al fuego". No hay signos de que haya pasos en esta dirección. Ni hay ningún indicio de una disposición estadounidense-israelí a anular sus acciones para separar a Gaza de Cisjordania en violación de los Acuerdos de Oslo, a poner fin a los programas de desarrollo y asentamientos ilegales en Cisjordania que están diseñados para socavar un acuerdo político, o en cualquier otra forma a abandonar el rechazo de las últimas décadas.

Algún día, debe ser pronto, el mundo responderá al llamado del distinguido abogado de derechos humanos gazatí Raji Sourani, mientras las bombas de nuevo estaban lloviendo sobre los civiles indefensos en Gaza: "Demandamos justicia y responsabilidad. Soñamos con una vida normal, en libertad y con dignidad".


Noam Chomsky es profesor de Lingüística y Filosofía en el Massachusetts Institute of Technology y autor de más de 85 libros y un sinfín de artículos. Además de infatigable conferenciante, está considerado por muchos como el lingüista más importante de todos los tiempos, un filósofo fundamental y el analista más brillante de los asuntos contemporáneos.

De entre su ingente obra lingüística, Siglo XXI ha publicado Sintáctica y semántica en la gramática generativa (1979), Estructuras sintácticas

Como pensador político —quizá la principal voz discrepante de Estados Unidos—, entre otros títulos, Intervenciones (2008) y diversos volúmenes con entrevistas realizadas por David Barsamian. Otras obras de Noam Chomsky son: Sobre el anarquismo (Laetoli, 2008), La (des)educación (Crítica, 2007), Conocimiento y libertad (Península, 2007) y Sobre democracia y educación (Paidós, 2006). Siglo XXI también ha publicado El nuevo humanismo militar, Cartas de Lexington, Cómo mantener a raya a la plebe, Lo que realmente quiere el Tío Sam, Secretos, mentiras y democracia, Muchos prósperos, pocos descontentos, y El bien común.


MUNDO INFANTIL.
reseña del libro Patas Arriba de Eduardo Galeano.


Fast food, fast cars, fast life: desde que nacen, los niños ricos son entrenados para el consumo y para la fugacidad, y transcurren la infancia comprobando que las máquinas son más dignas de confianza que las personas. Cuando llegue la hora del ritual de iniciación, les será ofrendada su primera coraza todo terreno, con tracción a cuatro ruedas. Durante los años de la espera, ellos se lanzan a toda velocidad a las autopistas cibernéticas y confirman su identidad devorando imágenes y mercancías, haciendo zapping y haciendo shopping.

Los ciberniños navegan por el ciberespacio con la misma soltura con que los niños abandonados deambulan por las calles de las ciudades.

Mucho antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas que aturden la soledad y enmascaran el miedo,  ya los niños pobres están aspirando  gasolina o pegamento.         

Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo amenazan a los niños de la calle.

En América latina, los niños y los adolescentes suman casi la mitad de la población total. La mitad de esa mitad vive en la miseria. Sobrevivientes: en América latina mueren cien niños, cada hora, por hambre o enfermedad curable, pero hay cada vez más niños pobres en las calles y en los campos de esta región que fabrica pobres y prohíbe la pobreza.

Niños son, en su mayoría, los pobres; y pobres son, en su mayoría, los niños. Y entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende. Esos niños, hijos de gente que trabaja salteado o que no tiene trabajo ni lugar en el mundo, están obligados, desde muy temprano, a vivir al servicio de cualquier actividad
ganapán, deslomándose a cambio de la comida, o de poco más, todo a lo largo y a lo ancho del mapa del mundo. Después de aprender a caminar, aprenden cuáles son las recompensas que se otorgan a los pobres que se portan bien: ellos, y ellas, son la mano de obra gratuita de los talleres, las tiendas y las cantinas caseras, o son la mano de obra a precio de ganga de las industrias de exportación que fabrican ropa deportiva para las grandes empresas multinacionales. Trabajan en las faenas agrícolas o en los trajines urbanos, o trabajan en su casa, al servicio de quien allá mande. Son esclavitos o esclavitas de la economía familiar o del sector informal de la economía globalizada, donde ocupan el escalón más bajo de la población activa al servicio del mercado mundial: en los basurales de la ciudad de México, Manila o Lagos, juntan vidrios, latas y papeles, y disputan los restos de comida con los buitres; se sumergen en el mar de Java, buscando perlas; persiguen diamantes en las minas del Congo; son topos en las galerías de las minas del Perú, imprescindibles por su corta estatura y cuando sus pulmones no dan más, van a parar a los cementerios clandestinos; cosechan café en Colombia y en Tanzania, y se envenenan con los pesticidas;
se envenenan con los pesticidas en las plantaciones de algodón de Guatemala y en las bananeras de Honduras; en Malasia recogen la leche de los árboles del caucho, en jornadas de trabajo que se extienden de estrella a estrella; tienden vías de ferrocarril en Birmania; al norte de la India se derriten en los hornos de vidrio, y al sur en los hornos de ladrillos; en Bangladesh, desempeñan más de trescientas ocupaciones diferentes, con salarios que oscilan entre la nada y la casi nada por cada día de nunca acabar; corren carreras de camellos para los emires árabes y son jinetes pastores en las estancias del río de la Plata;
en Port-au-Prince, Colombo, Jakarta o Recife sirven la mesa del amo, a cambio del derecho de comer lo que de la mesa cae; venden fruta en los mercados de Bogotá y venden chicles en los autobuses de San
Pablo; limpian parabrisas en las esquinas de Lima, Quito o San Salvador; lustran zapatos en las calles de Caracas o Guanajuato; cosen ropa en Tailandia y cosen zapatos de fútbol en vietnam; cosen pelotas de fútbol en Pakistán y pelotas de béisbol en Honduras y Haití; para pagar las deudas de sus padres, recogen té o tabaco en las plantaciones de Sri Lanka y cosechan jazmines, en Egipto, con destino a la perfumería francesa; alquilados por sus padres, tejen alfombras en Irán, Nepal y en la India, desde antes del amanecer hasta pasada la medianoche, y cuando alguien llega a rescatarlos, preguntan: «¿Es usted mi nuevo amo?»;vendidos a cien dólares por sus padres, se ofrecen en Sudán para labores sexuales o todo trabajo.Por la fuerza reclutan niños los ejércitos, en algunos lugares de África, Medio Oriente y América Latina. En las guerras, los soldaditos trabajan matando, y sobre todo trabajan muriendo; ellos suman la mitad de las víctimas en las guerras africanas recientes. Con excepción de la guerra, que es cosa de machos según cuenta la tradición y enseña la realidad, en casi todas las demás tareas, los brazos de las niñas resultan tan útiles como los brazos de los niños. Pero el mercado laboral reproduce en las niñas la discriminación que
normalmente practica contra las mujeres: ellas, las niñas, siempre ganan menos que lo poquísimo que ellos, los niños, ganan, cuando algo ganan. La prostitución es el temprano destino de muchas niñas y, en menor medida, también de unos cuantos niños, en el mundo entero. Por asombroso que parezca, se calcula que hay
por lo menos cien mil prostitutas infantiles en los Estados Unidos, según el informe de UNICEF de 1997. Pero es en los burdeles y en las calles del sur del mundo donde trabaja la inmensa mayoría de las víctimas infantiles del comercio sexual. Esta multimillonaria industria, vasta red de traficantes, intermediarios, agentes turísticos y proxenetas, se maneja con escandalosa impunidad. En América latina, no tiene nada de nuevo: la
prostitución infantil existe desde que en 1536 se inauguró la primera casa de tolerancia, en Puerto Rico. Actualmente, medio millón de niñas brasileñas trabajan vendiendo el cuerpo, en beneficio de los adultos que las explotan: tantas como en Tailandia, no tantas como en la India. En algunas playas del mar Caribe, la próspera industria del turismo sexual ofrece niñas vírgenes a quien pueda pagarlas. Cada año aumenta la cantidad de niñas arrojadas al mercado de consumo: según las estimaciones de los organismos internacionales, por lo menos un millón de niñas se incorporan, cada año, a la oferta mundial de cuerpos.

Son incontables los niños pobres que trabajan, en su casa o afuera, para su familia o para quien sea. En su mayoría, trabajan fuera de la ley y fuera de las estadísticas. ¿Y los demás niños pobres? De los demás, son muchos los que sobran. El mercado no los necesita, ni los necesitará jamás. No son rentables, jamás lo serán. Desde el punto de vista del orden establecido, ellos empiezan robando el aire que respiran y después roban todo lo que encuentran. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas suelen interrumpirles el
viaje. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, teme a los niños. La vejez es un fracaso, la infancia es un peligro. Cada vez hay más y más niños marginados que nacen con tendencia al crimen, al decir de algunos especialistas. Ellos integran el sector más amenazante de los excedentes de población. El niño como peligro público, la conducta antisocial del menor en América, es el tema recurrente de los Congresos Panamericanos del Niño, desde hace ya unos cuantos años. Los niños que vienen del campo a la ciudad, y
los niños pobres en general, son de conducta potencialmente antisocial, según nos advierten los Congresos desde 1963. Los gobiernos y algunos expertos en el tema comparten la obsesión por los niños enfermos de violencia, orientados al vicio y a la perdición. Cada niño contiene una posible corriente de El Niño, y es preciso prevenir la devastación que puede provocar. En el primer Congreso Policial Sudamericano, celebrado en Montevideo en 1979, la policía colombiana explicó que «el aumento cada día creciente
de la población de menos de dieciocho años, induce a estimar una mayor población POTENCIALMENTE DELINCUENTE». (Mayúsculas en el documento original) En los países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los nadies, los dueños de nada, en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el
único derecho? ¿Y los hijos de los nadies? A muchos, que son cada vez más muchos, el hambre los empuja al robo, a la mendicidad y a la prostitución; y la sociedad de consumo los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto, bandas de desesperados unidos por la certeza de la muerte que espera: según UNICEF, en 1995 había ocho millones de niños abandonados, niños de la calle, en las grandes ciudades latinoamericanas; según la organización Human Rights Watch, en 1993 los escuadrones parapoliciales asesinaron a seis niños por día en Colombia y a cuatro por día en Brasil.

Entre una punta y la otra, el medio. Entre los niños que viven prisioneros de la opulencia y los que viven prisioneros del desamparo, están los niños que tienen bastante más que nada, pero mucho menos que todo. Cada vez son menos libres los niños de clase media. Que te dejen ser o que no te dejen ser: ésa es la cuestión, supo decir Chumy Chúmez, humorista español. A estos niños les confisca la libertad, día tras día, la sociedad que sacraliza el orden mientras genera el desorden. El miedo del medio: el piso cruje bajo los pies, ya no hay garantías, la estabilidad es inestable, se evaporan los empleos, se desvanece el dinero, llegar a fin de mes es una hazaña. Bienvenida, la clase de unos de los barrios más miserables de Buenos Aires. La clase media sigue viviendo en estado de impostura, fingiendo que cumple las leyes y que cree en ellas, y simulando tener más de lo que tiene; pero nunca le ha resultado tan difícil cumplir con esta abnegada tradición. Está la clase media asfixiada por las deudas y paralizada por el pánico, y en el pánico cría a sus hijos. Pánico de vivir, pánico de caer: pánico de perder el trabajo, el auto, la casa, las cosas, pánico de no llegar a tener lo que se debe tener para llegar a ser. En el clamor colectivo por la seguridad pública, amenazada por los monstruos del delito que acecha, la clase media es la que más alto grita. Defiende el orden como si fuera su propietaria, aunque no es más que una inquilina agobiada por el precio del alquiler y la amenaza del desalojo. Atrapados en las trampas del pánico, los niños de clase media están cada vez más condenados a la humillación del encierro perpetuo. En la ciudad del futuro, que ya está siendo ciudad del presente, los teleniños, vigilados por niñeras electrónicas, contemplarán la calle desde alguna ventana de sus telecasas: la calle prohibida por la violencia o por el pánico a la violencia, la calle donde ocurre el siempre peligroso, y a veces prodigioso, espectáculo de la vida.

Los bancos en el negocio de la guerra
Escrito por Jordi Calvo
Viernes, 03 de Agosto de 2012 00:00

En el negocio de las armas un aspecto que suele olvidar es el de las finanzas, es decir, el papel que juega la banca en la industria y el comercio de armas.

Artículo aparecido en War Profiters' News en junio de 2012, Nº 34

Las razones por las que existen las guerras o la violencia armada organizada son variadas. Entre las que podemos encontrar y comprender con mayor facilidad se encuentran las económicas. Es difícil demostrar que los empresarios que se benefician de la preparación y estallido de las guerras quieran que éstas ocurran. Sin embargo, no es descabellado pensar que algún empresario, codicioso y falto de escrúpulos, descorche una botella de champagne cuando sepa que se va a producir un enfrentamiento armado. Incluso puede que descorche dos si además se prevee una larga guerra. Esta alegría que le presuponemos a este empresario de la industria armamentística puede quizá además no haber sido consecuencia del azar. Toda empresa debe, según la teoría económica liberal, maximizar su beneficio a largo plazo. Para maximizar el beneficio económico una empresa de armas debe trabajar por mantener una demanda lo más alta posible en el corto y largo plazo de los productos que fabrica y comercializa. Para seguir vendiendo armas dentro de diez, veinte o treinta años, tendrá que hacer lo que esté en su mano para que se sigan necesitando armas en el futuro, y si son más, mejor, ya que esto le reportará un mayor beneficio y conseguirá el objetivo que el modelo capitalista neoliberal promueve hoy en día. La promoción de la demanda presente y futura suele ser un trabajo que las empresas abordan a través de la publicidad, entre otros aspectos de comunicación empresarial que no vienen al caso. Pero es también una práctica habitual y de sentido común, que un empresario utilice otros métodos para asegurarse el negocio futuro. En el caso de la industria armamentística, entre estos métodos puede encontrarse la colaboración en la generación de miedo, de amenazas a la seguridad que puedan ser creíbles y que justifiquen elevados presupuestos militares y aseguren la compra de armamento presente y futura. Un ejemplo de esta forma de incidir es el caso de la Fundación Olin, que dedicó durante décadas cientos de millones de dólares a promover la ideología neocón, con presupuesto de la industria militar. Más difícil de demostrar es que la industria armamentística promueva las guerras, intentando convencer a sus gobernantes de que ataquen uno u otro país. Sin poder acusar a nadie de hacerlo, debemos aceptar que esta posibilidad encaja en la lógica empresarial del modelo económico capitalista neoliberal. Además, sabemos que no són pocos los lobbys empresariales armamentísticos que trabajan por el bien del negocio de sus miembros.

En este marco es en el que encontramos que las razones económicas, y más concretamente aquellas relacionadas con los beneficios que esperan obtener productores y vendedores de armas, tienen su peso a la hora de que las guerras existan. Quienes se benefician del negocio de la guerra directamente son quienes conforman el complejo militar-industrial, donde siempre hemos identificado claramente que se dan cita empresarios, militares y políticos. Pero donde también encontramos a financieros, que consiguen su trozo del pastel del negocio de las armas y, por tanto, de las guerras, que es donde al fin y al cabo se usan de forma masiva las armas.

Las entidades financieras tienen principalmente cinco formas de ayudar mediante sus servicios a las empresas de armas. Una forma de gran importancia es la posesión de participaciones accionariales con el objetivo de convertirse en propietario, ya que de este modo se puede participar en las decisiones de la empresa de armas. Otra manera de ayudarlas se da mediante la concesión de créditos y préstamos, que sirven, entre otras cosas, para emprender nuevos proyectos armamentísticos. Un servicio también demandado por las empresas de armas a los bancos es la emisión de bonos y pagarés, para conseguir financiación de inversores particulares, o la emisión de acciones para realizar ampliaciones de capital. Ambas opciones suponen a menudo grandes inyecciones de capital en la empresa armamentística. Otra manera muy utilizada, sobre todo con las empresas de armas de mayor tamaño, es la incorporación de paquetes accionariales de industrias militares en fondos de inversión que los bancos ofrecen a sus clientes para que consigan una mayor rentabilidad por sus ahorros. Finalmente, es de gran relevancia la financiación de las exportaciones de armas, primero en cuanto a la gestión de la operación financiera a cambio de una comisión bancaria, segundo porque el banco avanza el dinero de la exportación a la industria militar cobrando elevados intereses, y tercero porque hay entidades financieras que ofrecen contratos de seguros de la exportación, por los que la empresa de armas cobraría la venta de armas, aun sin que pague el comprador, a cambio de pagar la cuota correspondiente al banco en cuestión. A las entidades financieras que ayudan a las empresas de armas mediante alguna de estas cinco formas, las denominamos "banca armada", porque la banca, también en el negocio armamentístico, siempre gana.

Son cada vez más las entidades que estudian las relaciones, con datos precisos, de los bancos y las empresas de armas, y que además hacen campaña. Un buen lugar donde encontrar una recopilación de información de inversiones en armas de más de 60 entidades financieras de todo el mundo es www.bancaarmada.org, donde se revela que al menos 45.000 millones de euros han sido dedicados por la banca al negocio de las armas. También se muestra que los grandes bancos del mundo son también los bancos más armados y que, si queremos ser consumidores responsables desde un punto de vista de cultura de paz, deberíamos dejar de ser clientes de la banca armada. Porque es con nuestro dinero, por poco que sea, con el que ayudan a las empresas de armas.

Las entidades financieras son corresponsables, del mismo modo que los demás actores del complejo militar-industrial, de la violencia armada y, por tanto, del medio millón de muertes que producen las armas cada año. Sin la ayuda de los bancos habría mucha menos armas en el mundo y, con toda seguridad, muchas menos muertes, mutilaciones y vidas destrozadas como consecuencia de la guerra.

Curso básico de injusticia

Patas Arriba

La Escuela Del Mundo Al Revés
Eduardo Galeano

La publicidad manda consumir y la economía lo prohíbe. Las órdenes de consumo, obligatorias para todos pero imposibles para la mayoría, se traducen en invitaciones al delito. Las páginas policiales de los diarios enseñan más sobre las contradicciones de nuestro tiempo que las páginas de información política y económica.
Este mundo, que ofrece el banquete a todos y cierra la puerta en las narices de tantos es, al mismo tiempo, igualador y desigual: igualador en las ideas y en las costumbres que impone, y desigual en las oportunidades que brinda.

La igualación y la desigualdad

La dictadura de la sociedad de consumo ejerce un totalitarismo simétrico al de su hermana gemela, la dictadura de la organización desigual del mundo.
La maquinaria de la igualación compulsiva actúa contra la más linda energía del género humano, que se reconoce en sus diferencias y desde ellas se vincula. Lo mejor que el mundo tiene está en los muchos mundos que el mundo contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar, que hemos ido descubriendo a lo largo de miles y miles de años.

La igualación, que nos uniformiza y nos emboba, no se puede medir. No hay computadora capaz de registrar los crímenes cotidianos que la industria de la cultura de masas comete contra el arcoiris humano y el humano derecho a la identidad. Pero sus demoledores progresos rompen los ojos. 
El tiempo se va vaciando de historia y el espacio ya no reconoce la asombrosa diversidad de sus partes. A través de los medios masivos de comunicación, los dueños del mundo nos comunican la obligación que todos tenemos de contemplarnos en un espejo único, que refleja los valores de la cultura de consumo.
Quien no tiene, no es: quien no tiene auto, quien no usa calzado de marca o perfumes importados, está simulando existir. Economía de importación, cultura de impostación: en el reino de la tilinguería, estamos todos obligados a embarcarnos en el crucero del consumo, que surca las agitadas aguas del mercado. La mayoría de los navegantes está condenada al naufragio, pero la deuda externa paga, por cuenta de todos, los pasajes de los que pueden viajar. Los préstamos, que permiten atiborrar con nuevas cosas inútiles a la minoría consumidora, actúan al servicio del purapintismo de nuestras clases medias y de la copianditis de nuestras clases altas; y la televisión se encarga de convertir en necesidades reales, a los ojos de todos, las demandas artificiales que el norte del mundo inventa sin descanso y, exitosamente, proyecta sobre el sur. (Norte y sur, dicho sea de paso, son términos que en este libro designan el reparto de la torta mundial, y no siempre coinciden con la geografía.)

¿Qué pasa con los millones y millones de niños latinoamericanos que serán jóvenes condenados a la desocupación o a los salarios de hambre? La publicidad, ¿estimula la demanda o, más bien, promueve la violencia? La televisión ofrece el servicio completo: no sólo enseña a confundir la calidad de vida con la cantidad de cosas sino que, además, brinda cotidianos cursos audiovisuales de violencia, que los videojuegos complementan. El crimen es el espectáculo más exitoso de la pantalla chica. Golpea antes de que te golpeen, aconsejan los maestros electrónicos de los videojuegos. Estás solo, sólo cuentas contigo.
Coches que vuelan, gente que estalla: Tú también puedes matar. Y, mientras tanto, crecen las ciudades, las ciudades latinoamericanas ya están siendo las más grandes del mundo. Y con las ciudades, a ritmo de pánico, crece el delito.La economía mundial exige mercados de consumo en perpetua expansión, para dar salida a su producción creciente y para que no se derrumben sus tasas de ganancia, pero a la vez exige brazos y materias primas a precio irrisorio, para abatir sus costos de producción. El mismo sistema que necesita vender cada vez más, necesita también pagar cada vez menos. Esta paradoja es madre de otra paradoja: el norte del mundo dicta órdenes de consumo cada vez más imperiosas, dirigidas al sur y al este, para multiplicar a los consumidores, pero en mucha mayor medida multiplica a los delincuentes. Al apoderarse de los fetiches que brindan la existencia real a las personas, cada asaltante quiere tener lo
que su víctima tiene, para ser lo que su víctima es. Armaos los unos a los otros: hoy por hoy, en el manicomio de las calles, cualquiera puede morir de bala: el que ha nacido para morir de hambre y también el que ha nacido para morir de indigestión. 

No se puede reducir a cifras la igualación cultural impuesta por los moldes de la sociedad de consumo. La desigualdad económica, en cambio, tiene quien la mida. La confiesa el Banco Mundial, que tanto hace por ella, y la confirman los diversos organismos de las Naciones Unidas. Nunca ha sido menos democrática la economía mundial, nunca ha sido el mundo tan escandalosamente injusto. En 1960, el veinte por ciento de la
humanidad, el más rico, tenía treinta veces más que el veinte por ciento más pobre. En 1990, la diferencia era de sesenta veces. Desde entonces, se ha seguido abriendo la tijera:en el año 2000, la diferencia será de noventa veces.
En los extremos de los extremos, entre los ricos riquísimos, que aparecen en las páginas pornofinancieras de las revistas Forbes y Fortune, y los pobres pobrísimos, que aparecen en las calles y en los campos, el abismo resulta mucho más hondo. Una mujer embarazada corre cien veces más riesgo de muerte en África que en Europa. El valor de los productos para mascotas animales que se venden, cada año, en los Estados Unidos, es cuatro veces mayor que toda la producción de Etiopía. Las ventas de sólo dos gigantes, General Motors y Ford, superan largamente el valor de la producción de toda el África negra. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, diez personas, los diez opulentos más opulentos del planeta, tienen una riqueza equivalente al valor de la producción total de cincuenta países, y cuatrocientos cuarenta y siete multimillonarios suman una fortuna mayor que el ingreso anual de la mitad de la humanidad.

El responsable de este organismo de las Naciones Unidas, James Gustave Speth, declaró en 1997 que, en el último medio siglo, la cantidad de pobres se ha triplicado, y mil seiscientos millones de personas están viviendo peor que hace quince años.Poco antes, en la asamblea del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, el presidente del Banco Mundial había echado un balde de agua fría sobre la concurrencia. En
plena celebración de la buena marcha del gobierno del planeta, que ambos organismos ejercen, James Wolfensohn advirtió: si las cosas siguen así, en treinta años más habrá cinco mil millones de pobres en el mundo, «y la desigualdad estallará, como una bomba de relojería, en la cara de las próximas generaciones». Mientras tanto, sin cobrar en dólares, ni en pesos, ni en especies siquiera, una mano anónima proponía en un muro de Buenos Aires: ¡Combata el hambre y la pobreza! ¡Cómase un pobre!
Para documentar nuestro optimismo, como aconseja Carlos Monsiváis, el mundo sigue su marcha: dentro de cada país, se reproduce la injusticia que rige las relaciones entre los países, y se va abriendo más y más, año tras año, la brecha entre los que tienen todo y los que tienen nada. Bien lo sabemos en América. Al norte, en los Estados Unidos, los más ricos disponían, hace medio siglo, del veinte por ciento de la renta nacional. Ahora, tienen el cuarenta por ciento. ¿Y al sur? América latina es la región más injusta del mundo.

En ningún otro lugar se distribuyen de tan mala manera los panes y los peces; en ningún otro lugar es tan inmensa la distancia que separa a los pocos que tienen el derecho de mandar, de los muchos que tienen el deber de obedecer. La economía latinoamericana es una economía esclavista que se hace la posmoderna:
paga salarios africanos, cobra precios europeos, y la injusticia y la violencia son las mercancías que produce con más alta eficiencia. Ciudad de México, 1997, datos oficiales: ochenta por ciento de pobres, tres por ciento de ricos y, en el medio, los demás. Y la ciudad de México es la capital del país que más multimillonarios de fortuna súbita ha generado en el mundo de los años noventa: según los datos de las Naciones Unidas, un solo mexicano posee una riqueza equivalente a la que suman diecisiete millones de mexicanos pobres. No hay en el mundo ningún país tan desigual como Brasil, y algunos analistas ya están
hablando de la brasilización del planeta, para trazar el retrato del mundo que viene. Y al decir brasilización no se refieren, por cierto, a la difusión internacional del fútbol alegre, del carnaval espectacular y de la música que despierta a los muertos, maravillas donde Brasil resplandece a la mayor altura, sino a la imposición, en escala universal, de un modelo de sociedad fundado en la injusticia social y la discriminación racial. En ese modelo, el crecimiento de la economía multiplica la pobreza y la marginación. Belindia es
otro nombre de Brasil: así bautizó el economista Edmar Bacha a este país donde una minoría consume como los ricos de Bélgica, mientras la mayoría vive como los pobres de la India.En la era de las privatizaciones y del mercado libre, el dinero gobierna sin intermediarios. ¿Cuál es la función que se atribuye al estado? El estado debe ocuparse de la disciplina de la mano de obra barata, condenada a salarios enanos, y de la represión de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un estado juez y gendarme, y
poco más. En muchos países del mundo, la justicia social ha sido reducida a justicia penal.

El estado vela por la seguridad pública: de los otros servicios, ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. Aunque la administración pública quiera disfrazarse de madre piadosa, no tiene másremedio que consagrar sus menguadas energías a las funciones de vigilancia y castigo. En estos tiempos neoliberales, los derechos públicos se reducen a favores del poder, y el poder se ocupa de la salud pública y de la educación pública, como si fueran formas de la caridad pública, en vísperas de elecciones. La pobreza mata cada año, en el mundo, más gente que toda la segunda guerra mundial, que a muchos mató. Pero, desde el punto de vista del poder, el exterminio no viene mal, al fin y al cabo, si en algo ayuda a regular la población, que está creciendo demasiado. Los expertos denuncian los excedentes de población al sur del mundo, donde las masas ignorantes no saben hacer otra cosa que violar el sexto mandamiento, día y noche: las mujeres siempre quieren y los hombres siempre pueden. ¿Excedentes de población en Brasil, donde hay diecisiete habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay veintinueve? Holanda tiene cuatrocientos habitantes por kilómetro cuadrado y ningún
holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia un puñado de voraces se queda con todo. Haití y El Salvador son los países más superpoblados de las Américas, y están tan superpoblados como Alemania.El poder, que practica la injusticia y vive de ella, transpira violencia por todos los poros.
Sociedades divididas en buenos y malos: en los infiernos suburbanos acechan los condenados de piel oscura, culpables de su pobreza y con tendencia hereditaria al crimen: la publicidad les hace agua la boca y la policía los echa de la mesa. El sistema niega lo que ofrece, objetos mágicos que hacen realidad los sueños, lujos que la tele promete, las luces de neón anunciando el paraíso en las noches de la ciudad, esplendores de la riqueza virtual: como bien saben los dueños de la riqueza real, no hay valium que pueda calmar tanta
ansiedad, ni prozac capaz de apagar tanto tormento. La cárcel y las balas son la terapia de los pobres.
Hasta hace veinte o treinta años, la pobreza era fruto de la injusticia. Lo denunciaba la izquierda, lo admitía el centro, rara vez lo negaba la derecha. Mucho han cambiado los tiempos, en tan poco tiempo: ahora la pobreza es el justo castigo que la ineficiencia merece. La pobreza puede merecer lástima, en todo caso, pero ya no provoca indignación hay pobres por ley de juego o fatalidad del destino. Tampoco la violencia es hija de la  injusticia. El lenguaje dominante, imágenes y palabras producidas en serie, actúa casi siempre al servicio de un sistema de recompensas y castigos, que concibe la vida como una despiadada carrera entre pocos ganadores y muchos perdedores nacidos para perder. La violencia se exhibe, por regla general, como el fruto de la mala conducta de los malos perdedores, los numerosos y peligrosos inadaptados sociales que generan los barrios pobres y los países pobres. La violencia está en su naturaleza. Ella corresponde, como la
pobreza, al orden natural, al orden biológico o, quizá, zoológico: así son, así han sido y así seguirán siendo. La injusticia, fuente del derecho que la perpetúa, es hoy por hoy más injusta que nunca, al sur del mundo y al norte también, pero tiene poca o ninguna existencia para los grandes medios de comunicación que fabrican la opinión pública en escala universal. El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso. Robert McNamara, que fue uno de los responsables de la guerra del Vietnam, escribió un libro
donde reconoció que la guerra fue un error. Pero esa guerra, que mató a más de tres millones de vietnamitas y a cincuenta y ocho mil norteamericanos, no fue un error porque fuera injusta, sino porque los Estados Unidos la llevaron adelante sabiendo que no la podían ganar. El pecado está en la derrota, no en la injusticia. Según McNamara, ya en 1965 había abrumadoras evidencias que demostraban la imposibilidad del triunfo de las fuerzas invasoras, pero el gobierno norteamericano siguió actuando como si la victoria fuese posible. El hecho de que los Estados Unidos hayan pasado quince años practicando el terrorismo internacional para imponer, en Vietnam, un gobierno que los vietnamitas no querían, está fuera de cuestión. Que la primera potencia militar del mundo haya descargado, sobre un pequeño país, más bombas que todas las bombas arrojadas durante la segunda guerra mundial es un detalle que carece de importancia.
Al fin y al cabo, en su larga matanza, los Estados Unidos habían estado ejerciendo el derecho de las grandes potencias a invadir a quien sea y obligar a lo que sea. Los militares, los mercaderes, los banqueros, y los fabricantes de opiniones y de emociones de los países dominantes tienen el derecho de imponer a los demás países dictaduras militares o gobiernos dóciles, pueden dictarles la política económica y todas las políticas, pueden darles la orden de aceptar intercambios ruinosos y empréstitos usureros, pueden exigir
servidumbre a sus estilos de vida y pueden digitar sus tendencias de consumo. Es un derecho natural, consagrado por la impunidad con que se ejerce y la rapidez con que se olvida. La memoria del poder no recuerda: bendice. Ella justifica la perpetuación del privilegio por derecho de herencia, absuelve los crímenes de los que mandan y proporciona coartadas a su discurso. La memoria del poder, que los centros de educación y los medios de comunicación difunden como única memoria posible, sólo escucha las voces que repiten la aburrida letanía de su propia sacralización. La impunidad exige la desmemoria. 
Hay países y personas exitosas y hay países y personas fracasadas, porque los eficientes merecen
premio y los inútiles, castigo. Para que las infamias puedan ser convertidas en hazañas, la memoria del norte se divorcia de la memoria del sur, la acumulación se desvincula del vaciamiento, la opulencia no tiene nada que ver con el despojo. La memoria rota nos hace creer que la riqueza y la pobreza vienen de la eternidad y hacia la eternidad caminan, y que así son las cosas porque Dios, o la costumbre, quieren que así sean.
Octava maravilla del mundo, décima sinfonía de Beethoven, undécimo mandamiento del Señor: por todas partes se escuchan himnos de alabanza al mercado libre, fuente de prosperidad y garantía de democracia. La libertad de comercio se vende como nueva, pero tiene una historia larga. Y esa historia tiene mucho que ver con los orígenes de la injusticia, que en nuestro tiempo reina como si hubiera nacido de un repollo, o de la oreja de una cabra:
Hace tres o cuatro siglos, Inglaterra, Holanda y Francia ejercían la piratería, en nombre de la libertad de comercio, mediante los buenos oficios de sir Francis Drake, Henry Morgan, Piet Heyn, Franzois Lolonois y otros neoliberales de la época; la libertad de comercio fue la coartada que toda Europa usó para enriquecerse vendiendo carne humana, en el tráfico de esclavos; cuando los Estados Unidos se independizaron de Inglaterra, lo primero que hicieron fue prohibir la libertad de comercio, y las telas norteamericanas, más caras y más feas que las telas inglesas, se hicieron obligatorias, desde el pañal del bebé hasta la mortaja del muerto; después, sin embargo, los Estados Unidos enarbolaron la libertad de comercio para obligar a muchos países latinoamericanos al consumo de sus mercancías, sus empréstitos y
sus dictadores militares; envueltos en los pliegues de esa misma bandera, los soldados británicos impusieron el consumo de opio en China, a cañonazos, mientras el filibustero William Walker restablecía la esclavitud, también a cañonazos, y también en nombre de la libertad, en América Central; rindiendo homenaje a la libertad de comercio, la industria británica redujo a la India a la última miseria, y la banca británica ayudó a financiar el exterminio del Paraguay, que hasta 1870 había sido el único país latinoamericano de veras independiente; pasó el tiempo y a Guatemala se le ocurrió, en 1954, practicar la libertad de comercio
comprando petróleo a la Unión Soviética, y entonces los Estados Unidos organizaron una fulminante invasión, que puso las cosas en su lugar; y poco después, también Cuba ignoró que su libertad de comercio consistía en aceptar los precios que se le imponían, compró el prohibido petróleo ruso, y ahí se armó el
tremendo lío que desembocó en la invasión de Playa Girón y en el bloqueo interminable.

Todos los antecedentes históricos enseñan que la libertad de comercio y las demás libertades del dinero se parecen a la libertad de los países, tanto como Jack el Destripador se parecía a san Francisco de Asís. El mercado libre ha convertido a nuestros países en bazares repletos de chucherías importadas, que la mayoría de la gente puede mirar pero no puede tocar. Así ha sido desde los lejanos tiempos en que los comerciantes y los terratenientes usurparon la independencia, conquistada por nuestros soldados descalzos, y la pusieron en venta. Entonces fueron aniquilados los talleres artesanales que podían haber incubado a la industria nacional. Los puertos y las grandes ciudades, que arrasaron al interior, eligieron los delirios del consumo en lugar de los desafíos de la creación. Han pasado los años, y en los supermercados de Venezuela he visto bolsitas de agua de Escocia para acompañar al whisky. En ciudades centroamericanas donde hasta las piedras transpiran a chorros, he visto estolas de piel para damas copetudas. En Perú, enceradoras
eléctricas alemanas, para casas de pisos de tierra que no tenían electricidad. En Brasil, palmeras de plástico compradas en Miami. Otro camino, el inverso, recorrieron los países desarrollados. Ellos nunca dejaron entrar a Herodes en sus cumpleaños infantiles. El mercado libre es la única mercancía que fabrican sin subsidios, pero sólo con fines de exportación. Ellos la venden, nosotros la compramos. Sigue siendo muy generosa la ayuda que sus estados brindan a la producción agrícola nacional, que así puede derramarse sobre nuestros países a precios baratísimos, a pesar de sus costos altísimos, condenando a la ruina a los campesinos del sur del mundo.Cada productor rural de los Estados Unidos recibe, en promedio, subsidios estatales cien veces mayores que el ingreso de un agricultor de las islas Filipinas, según los datos de las
Naciones Unidas. Y eso por no hablar del feroz proteccionismo de las potencias desarrolladas en la custodia de lo que más le importa: el monopolio de las tecnologías punta, de la biotecnología y de las industrias del conocimiento y de la comunicación, privilegios defendidos a rajatabla para que el norte siga sabiendo y el sur siga repitiendo, y que así sea por los siglos de los siglos.
Continúan siendo altas muchas de las barreras económicas, y más altas que nunca sealzan todas las barreras humanas. No hay más que echar un vistazo a las nuevas leyes de inmigración en los países europeos, o al muro de acero que los Estados Unidos están construyendo a lo largo de la frontera con México: éste no es un homenaje a los caídos del muro de Berlín, sino que es una puerta cerrada, una más, en las relaciones de los trabajadores mexicanos que insisten en ignorar que la libertad de mudarse de un país es un privilegio del dinero. (Para que el muro no resulte tan desagradable, se anuncia que será pintado de color salmón, lucirá azulejos decorados con arte infantil y tendrá agujeritos para mirar al otro lado.)
Cada vez que se reúnen, y se reúnen con inútil frecuencia, los presidentes de las Américas emiten resoluciones repitiendo que el mercado libre contribuirá a la prosperidad. A la prosperidad de quién, no queda claro. La realidad, que también existe aunque a veces se note poco, y que no es muda aunque a veces se hace la callada, nos informa que el libre flujo de capitales está engordando cada día más a los narcotraficantes y a los banqueros que dan refugio a sus narcodólares. El derrumbamiento de los controles públicos, en las finanzas y en la economía, les facilita el trabajo: les proporciona buenas máscaras y les
permite organizar, con mayor eficacia, los circuitos de distribución de drogas y el lavado del dinero sucio. También dice la realidad que esa luz verde está sirviendo para que el norte del mundo pueda dar rienda suelta a su generosidad, instalando al sur y al este sus industrias más contaminantes, pagando salarios simbólicos y obsequiándonos sus residuos nucleares y otras basuras.


¿A QUIEN AYUDA LA AYUDA?

LA AYUDA AL DESARROLLO TIENDE A BENEFIACIAR MÁS A LOS PAÍSES RICOS QUE A LAS NACIONES POBRES QUE LA RECIBEN. ALGUNOS  DE SUS CRÍTICOS SOSTIEN QUE LA AYUDA AL DESARROLLO, LEJOS DE REDUCIR LA BRECHA ENTRE RICOS Y POBRES, HA CONTRIBUIDO A AHONDARLA.


El aumento y creciente complejidad de los conflictos armados y el agravamiento de los desastres naturales, desde los años 1990 ha producido un incremento considerable de la (casi siempre insuficiente) acción humanitaria.

Hasta 1994, el concepto de seguridad para Naciones Unidas estaba relacionado directamente con los Estados. Fue en ese año que se incluyó por primera vez el termino <<seguridad humana>> en el informe sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD). El echo fue catalogado por muchos como una pequeña revolución copernicana. La seguridad ya no tenia como centro al Estado sino al ser humano. Por primera vez en la historia se tomó conciencia de que las amenazas a la seguridad no sólo provenían de las guerras y la violencia criminal, sino también del hambre, la propagación de nuevas pandemias (VIH/SIDA y Ébola por ejemplo), los desastres medioambientales, el terrorismo, los fanatismos religiosos y étnicos, etc.

Tradicionalmente se ha alegado que la solución pasa por aumentar la ayuda a los países pobres. Sin embargo, la efectividad de la ayuda es cada vez más cuestionada.

Se le lla Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) a las donaciones o préstamos en condiciones financieras privilegiadas otorgados por los organismos públicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), reunidos en el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD). Por lo tanto, un préstamo que sea concedido a una tasa de interés menor a la del mercado es considerado como ayuda, más allá de que el país beneficiario deba rembolsar todo el monto y sus intereses.

Además, el otorgamiento de ayuda generalmente viene acompañado de una lista de condiciones que deben ser cumplidas. Las más comunes, y que aparecen en la mayoria de los préstamos, son la reduccion del déficit público, las privatizaciones de los servicios del Estado, la reducción de las medidas aduaneras proteccionistas y la superesión del control de movimiento de capital. Estos “condicionamientos” son definidos por las naciones industrializadas, el Banco Mundial y el FMI.

Para algunos críticos, la AOD significa una forma ineficiente de asignar los recursos, llena de interferencias políticas y de intereses particulares, por lo que, a decir de Eric Toussaint, presidente del Comité para la Cancelación de la Deuda del Tercer Mundo, “debería desaparecer y dejar paso a los mecanismos del mercado”. Estos críticos afirman que por estar sujeta a los intereses políticos de las naciones del Norte, la ayuda ha respaldado un modelo de desarrollo que ha contribuido a aumentar la brecha entre Norte y Sur, Ricos y Pobres.

Según el escritor estadounidense Paul Theroux, África no necesita ayuda económica indiscriminada sino que le permitan ser ella misma. En las últimas décadas, África ha recibido enormes cantidades de dinero por concepto de ayuda humanitaria, sin embargo, los resultados están muy lejos de corresponder a las expectativas. Para algunos analistas, Occidente busca mantener al continente el la dependencia, para otros, es África la que no se preocupa por desarrollarse, prefiriendo jugar el papel de mendigo que exige la ayuda invocando eternamente los agravios históricos.

Para muchos, de todos modos, el verdadero problema es que la ayuda es insuficiente. El informe sobre Desarrollo Humano 2005 del PNUD, por ejemplo, señala que la ayuda tiene su razón de ser en la justicia social y el interés personal conciente en la prosperidad y seguridad colectiva. En el documento se hace hincapié en que, de no mediar más ayuda y de no ser la misma eficaz, un gran número de países no tendrá recursos financieros suficientes para alcanzar la infraestructura social y económica necesaria para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). De acuerdo a esta visión <<la ayuda bien orientada acelera el desarrollo humano>>

El PNDU advierte que la ayuda adicional, por si sola, es insuficiente; debe modificarse la manera en al que se proporcionan los fondos a los países. Los países del Sur necesitan ayuda que sea previsible, que minimice los costos de transacción y minimice el valor del dinero. Los países beneficiados generalmente reciben ayuda imprevisible, descoordinada, con condiciones que no reflejan la dinámica de las reformas internas y condicionada a compras en los países donantes. El PNUD destaca que la ayuda es tan incierta que, considerando el método actual de distribución, es difícil para los países en desarrollo planificar con anticipación gastos como los sueldos de los docentes o la construcción de obras de infraestructuras, por ejemplo. Menos del 40 % de la ayuda a los países pobres llega a donde se necesita.

Los países donantes debilatan la efectividad de sus propios programas de desarrollo al condicionar la ayuda a la compra de sus productos. Para los países en desarrollo, tales arreglos incrementan en 20% el costo de comprar los mismos productos en el mercado libre, lo que equivale a un impuesto a la asistencia de entre 5 mil y 7 mil millones de dólares anualmente, según calculos del Informe sobre Desarrollo Humano 2005.

Desde inicio de los 1970, los paises miembros de la OCDE y el CAD se comprometieron a destinar 0,7 % de su PIB a la AOD, pero los únicos países que han alcanzado y superado la cifra son Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Holanda y Suecia. Aumentando el monto de la ayuda hasta alcanzar el 0,7% del PIB tendría efectos mínimos en las finanzas del país donante, mientras que causaria un gran impacto en los países beneficiarios.

Sin duda, la deuda externa sigue siendo una de las principales fuerzas que mantienen a los países pobres en la pobreza. El pago de intereses representa un enorme y continua transferencia de capitales hacia las naciones ricas y una carga insoportable para los países del Sur. A modo de ejemplo, Zambia gasta más en servicio de la deuda que en educación y Malawi envia un tercio de su presupuesto gubernamental directamente a los países ricos, lo que representa dos veces más de lo que gasta en sanidad para su propia población.

Otro de los factores que contribuyen al arraigo de la pobreza es la estructura actual del comercio internacional. Lejos de ser un motor de crecimiento, el comercio ha jugado el papel de “empobrecedor” de los países del Sur.

En este tema, la Organización Mundial del Comercio (OMC) juega un papel preponderante. La OMC impone el libre comercio a los países pobres, obligandolos a abrir sus mercados. Sin embargo, mientras los campesinos del Sur son arrojados a los lobos, la agricultura de occidente recibe subvenciones de más de 1.000 millones de dólares diariamente. Por ejemplo, Estados Unidos concede 4.000 millones de dólares a sus 25 mil productores de algodón, lo que representa 160 mil dólares a cada uno, muy por encima del valor de su cosecha. Además, los campesinos del Sur deben enfrentar las barreras arancelarias cercanas a los 100.000 millones de dólares anuales contra sus productos.

Ayuda para las Petroleras.

La lucha contra el Terrorismo lanzada y liderada por Washington después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 ha incrementado una tendencia preexistente, la <<securitización>> de la AOD, convirtiendola en un instrumento más de política exterior para reducir la amenaza terrorista.
Esto ha cambiado las prioridades de la ayuda. Por ejemplo, a fines de los 1990, sólo la cuarta parte de la ayuda exterior proporcionada por Esatados Unidos, estaba relacionada con asuntos de seguridad; en 2004, esta proporción ya habia superado la mitad.

La linea oficial del CAD es que la cooperación para el desarrollo puede servir a la lucha antiterrorista, aunque orientándose hacia la prevención y tratando de no abandonar los objetivos de desarrollo. Debe, por ejemplo, dirigir fondos hacia la construcción de estructuras políticas más fuertes y estables, crear programas de empleo dirigidos a jóvenes susceptibles de ser captados por grupos terroristas y ayudando a reformar los sistemas aducativos de determinados países.

La invasión de Irak condujo a un uso altamente cuestionable de la ayuda, tanto por estados Unidos como por el Reino Unido. La ayuda de washington al pueblo iraqui es en realidad una ayuda a la expansión de las empresas petroleras y constructoras estadounidenses. Además, según algunos analistas, el costo de la destrucción ha sido transferido a Irak, en forma de deducciones a su renta petrolifera, que se realizáran una vez que el país haya sido reconstruido.


Nota extraida de "Un Planeta, Dos Mundos" ( Guia del Mundo 2007 // Instituto del Tercer Mundo)
Fuentes: Eric Toussaint, La insignia.
Informe sobre desarrollo Humano 2005, PNUD
Fundación Seminario de Investigación Para la Paz U
USAID
rebelion.org

jueves, 28 de marzo de 2013


Socialismo o barbarie





Socialismo o barbarie fue un grupo marxista francés que existió entre 1948-1965. El nombre también se refiere a la revista del grupo. La expresión Socialismo o barbarie fue utilizada por primera vez por Rosa Luxemburgo en 1916, inspirada por un texto escrito por Friedrich Engels.

Orígenes de Socialismo o barbarie

En 1946, Cornelius Castoriadis y Claude Lefort (entre otros miembros del Partido Comunista Internacionalista (PCI) francés), crearon la llamada tendencia Chaulieu-Montal, que pronto pasaría a llamarse Socialismo o barbarie. En 1948, la facción se separó del PCI y abandonó los postulados trotskistas, en particular la consideración de la URSS como estado obrero degenerado. El grupo comenzó entonces a publicar la revista del mismo nombre. Otros integrantes fueron: Daniel Blanchard (como Pierre Canjuers), Guy Debord, Jacques Gautrat (como Daniel Mothé), Gérard Genette, Pierre Guillaume, Alain Guillerm, Jean Laplanche, Jean-François Lyotard, Albert Maso (como Vega), Henri Simon y Pierre Souyri.

Ideas principales

Los miembros de Socialismo o barbarie combatían el estalinismo en todas sus formas y trataron de desarrollar un marxismo antidogmático. Consideraban a la URSS y a todos los países autodenominados socialistas como capitalistas de Estado, es decir, sociedades dirigidas por una nueva clase dominante (la burocracia) de explotadores engañosamente autonombrados socialistas, es decir, dirigentes del Estado y de la economía que habían ocupado el lugar de los patronos mientras que la situación real de los trabajadores permanecía sin cambios.


Desarrollo y disolución

Aunque fuertemente influido por Castoriadis, el grupo tuvo desde su creación diferentes corrientes internas que acabaron por producir dos escisiones importantes:
En 1951, un primer conflicto estalló entre los partidarios de crear un partido revolucionario estructurado en torno a un programa político (Castoriadis) y los que confiaban en la unión espontánea de la vanguardia obrera a lo largo de un proceso revolucionario violento; éstos creían que Socialismo o barbarie no debía ser más que un lugar de discusión y de crítica. La controversia condujo a la salida temporal de Lefort y otros militantes.
En junio de 1958, después de asumir De Gaulle la presidencia de la República, se produjo otra crisis con el mismo tema de fondo, pero en una situación nueva provocada por la llegada de nuevos miembros, la mayoría estudiantes. Un grupo retomará las tesis de Lefort y formará Informations et Liaison Ouvrières (Información y lazos obreros). Por su parte, Castoriadis y otros militantes, aun rechazando el modelo leninista de partido, se pronunció por el desarrollo de una organización política basada en un programa de acción enfocado a ayudar a la vanguardia obrera a desarrollar su toma de conciencia política
A partir de 1960, Castoriadis se fue alejando del marxismo. Entendía que la extensión de los regímenes burocráticos y la burocratización creciente del capitalismo estaba creando una sociedad de estructura piramidal donde la mayoría de las personas, sometidas a la alienación, podrían ser impulsadas a combatir el sistema fuera de la idea de lucha de clases, superada por un régimen capitalista/burocrático capaz de eliminar las crisis, asegurar el crecimiento económico y aumentar el nivel de vida.
Después de sucesivas escisiones, Socialismo o barbarie se autodisolvió entre 1966 y 1967.

miércoles, 27 de marzo de 2013


Valerie Solanas y el MANIFIESTO  SCUM

El intento de asesinato de Andy Warhol

El 3 de junio de 1968, Solanas acudió a The Factory y se encontró con Warhol en el ascensor. Warhol notó algo raro en Valerie: llevaba maquillaje. Salieron del ascensor, sonó el teléfono y Warhol contestó. En la oficina también se encontraban Mario Amaya, crítico de arte, y Fred Hughes, encargado de The Factory. Después de varios minutos de conversación, Warhol dejó el teléfono; entonces Valerie sacó un revólver y disparó dos veces. Warhol cayó al suelo e intentó protegerse bajo un escritorio, pero un tercer disparó le atravesó el cuerpo. Valerie después disparó a Mario Amaya dándole en la cadera e intentó dispararle a Fred Hughes. Amaya sufrió sólo heridas menores, y fue dado de alta ese mismo día. Esa misma tarde, Valerie se entregó a la policía. Argumentó que Warhol estaba planeando robar su trabajo y que controlaba demasiado su vida.

El juez ordenó que la trasladaran al Hospital Psiquiátrico de Bellevue bajo observación. Se declaró culpable de intento de homicidio, asalto y tenencia ilícita de armas y recibió una sentencia de tres años. Warhol rechazó testificar en su contra. El juez la declaró inhabilitada legalmente y la envió al Hospital Ward Island.2

El suceso tendría un impacto profundo en Warhol y su arte. Valerie fue puesta en libertad en septiembre de 1971 y arrestada de nuevo en noviembre del mismo año por enviar cartas amenazadoras a varias personas, entre las que se encontraba de nuevo, Andy Warhol. En 1973 entró y salió de hospitales psiquiátricos varias veces y en 1975 estuvo nuevamente ocho meses en el hospital South Florida. Ninguna biografía menciona nada sobre que Valerie haya recibido ningún pago por la venta de su obra.2
Murió el 26 de abril de 1988, a los 52 años, de enfisema pulmonar y neumonía en una institución benéfica de San Francisco. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la Saint Mary’s Catholic Church, Virginia, EEUU.


 Actividad artística en Nueva York


En 196] se estableció en Greenwich Village, donde escribió un guion de película titulado Up your ass sobre una prostituta que odiaba a los hombres y un mendigo. En 1967, Valerie le lleva su obra al artista Andy Warhol y le pide que actúe como productor. Warhol acepta y le pide el borrador para revisarlo. El borrador de la obra nunca regresó a Solanas. Se cree que Warhol nunca tuvo la intención de producir la obra ni como obra teatral ni como película y el manuscrito se le perdió. Valerie empezó a llamar por teléfono a Warhol, exigiéndole la devolución del borrador de Up your ass. Cuando Warhol admitió que lo había perdido, ella comenzó a exigir dinero como compensación. Warhol no hizo caso, pero le ofreció un papel en una escena de su película I, The Man (1968-1969), por el cual le pagó 25 dólares.2 En su libro Popism, Warhol escribió que consideraba a Solanas una persona interesante y divertida, pero que el hecho de que comenzara a asediarlo hasta el acoso, hizo que decidiera alejarse de ella.
A finales de los años sesenta, Solanas escribió y autopublicó su trabajo más conocido, el Manifesto SCUM, una proclama que llama a la destrucción de los hombres y a la liberación de las mujeres. Las siglas con que es conocida la obra no aparecen en el manifiesto en sí, y algunos creen que simplemente hace referencia a la expresión "capa de suciedad" (en inglés: scum).

La palabra inglesa "scum" se traduce como "escoria" o capa de suciedad

El Manifiesto SCUM comenzó a circular a partir de 1968 tanto en ediciones pirata como publicadas por círculos feministas, existiendo por tanto numerosas ediciones del mismo. Su contenido gira entorno al exterminio del género masculino, al que acusa de representar los más bajos vicios frente a las mujeres que, sólo alejadas de la influencia del hombre, son seres propiamente humanos y dignos de existir. Entre sus propuestas están el evitar traer hombres al mundo y el asesinato por la sociedad SCUM de todos aquellos hombres que no estén colaborando de forma consciente o inconsciente en el genericidio

El Manifiesto SCUM es considerado una importante muestra del feminismo separatista. Ejerció gran influencia sobre grupos feministas como Cell 16 por su análisis social descarnado y, en ciertos pasajes, lúcido. Solanas es citada en las notas de Generation Terrorists, el primer álbum de los Manic Street Preachers. Su canción "Of Walking Abortion" en el álbum The Holy Bible debe su nombre a una cita del Manifiesto. La banda punk Big in Japan compuso su canción "Society for Cutting Up Men" inspirada por él.

Un buen resumen de esta interesante historia gracias Wikipedia